jueves, 31 de octubre de 2013

Poema del amor ajeno

Puedes irte y no importa,
pues te quedas conmigo 
como queda un perfume
donde había una flor. 

Tú sabes que te quiero,
pero no te lo digo; 
y yo sé que eres mío,
sin ser mío tu amor.

La vida nos acerca y la vez nos separa,
 como el día y la noche en el amanecer... 
Mi corazón sediento ansía tu agua clara, 
pero es un agua ajena que no debo beber.

Por eso puedes irte,
porque, aunque no te sigo, 
nunca te vas del todo,
como una cicatriz; 
y mi alma es como un surco
cuando se corta el trigo, 
pues al perder la espiga retiene la raíz.

Tu amor es como un río,
que parece más hondo, inexplicablemente,
cuando el agua se va. 

Y yo estoy en la orilla,
pero mirando al fondo, 
pues tu amor y la muerte
tienen un más allá.

Para un deseo así,
toda la vida es poca; 
toda la vida es poca para un ensueño así... 

Pensando en ti, esta noche,
yo besaré otra boca; 
y tú estarás con otra...
¡pero pensando en mí!